SEGUNDA PARTE: "Pablo en Corinto: liderazgo bajo fuego."

2° PARTE “PABLO EN CORINTO: LIDERAZGO BAJO FUEGO”
 
CAPÍTULO 5 “La devoción de un líder por su pueblo”
Segunda de Corintios es la más intensamente personal, apasionada y pastoral de todas las epístolas. Pablo sabía que había mucho que hacer para poder aclarar la confusión de la enseñanza de los falsos maestros. Necesitaba defender su apostolado y lidiar con el vacío del liderazgo que había generado tantas dificultades. Pablo era leal a la iglesia de Corinto y quería que ellos lo fueran con él.
Surge el principio: #10 El líder cultiva la lealtad.
No se refiere a un deseo egoísta por una veneración personal. Él deseaba que ellos fuera leales a la verdad que les había enseñado. La lealtad es una gran virtud. La lealtad se la debemos primero al Señor y a su verdad, pero también a aquellos que defienden la verdad. La lealtad es algo frágil.
La lealtad auténtica no es una devoción ciega a un hombre común. La lealtad es, primero que todo, una alianza con la verdad. Pero a la vez involucra devoción a las obligaciones del amor y la amistad.
La lealtad es esencial para el liderazgo. Un líder sabio cultiva la lealtad siendo leal al Señor, a la verdad y a las personas a quienes dirige.
Otro principio: #11 El líder tiene empatía por los demás.
La empatía es la habilidad de identificarse con otra persona al grado en que uno sienta lo que ella siente. A pesar de los errores de los corintios, él se mantuvo leal con ellos. Los líderes deben permitir que su gente también se equivoque. Las personas necesitan ser edificadas cuando fracasan, no ser aplastados aún más. El líder sabio no necesita ser áspero con su gente. El liderazgo finalmente trata con personas, no con objetivos estériles ni estrategias que pueden ser escritas en papel.
CAPÍTULO 6 “Pablo defiende su autoridad”
La deshonestidad y superficialidad son incompatibles con el verdadero liderazgo.
La indecisión, la infidelidad, las trampas y hasta la ambigüedad sabotean la confianza y el liderazgo.

Esencial para un buen liderazgo: #12 El líder mantiene la conciencia clara.
La conciencia es un sistema de advertencia interna que nos dice cuando algo que estamos haciendo está mal. La conciencia para nuestras almas es igual que los sensores del dolor para nuestro cuerpo: inflinge tensión en la forma de culpabilidad, cuando violamos lo que nuestro corazón nos dice que es correcto. La conciencia no es del todo infalible. Una conciencia pobremente instruida puede acusarnos cuando realmente no somos culpables o decir que somos inocentes cuando en realidad estamos equivocados.
Suprimir la conciencia o violarla deliberadamente es moral para nuestro ser espiritual. Desobedecer a la conciencia en sí mismo es un pecado, aunque sea ignorante o mal informada. Suprimir la conciencia es igual que cauterizarla, dejándola insensible y, por tanto, removiendo peligrosamente una defensa vital en contra de la tentación. Una conciencia impura o suprimida hace que la verdadera integridad sea imposible. Hasta que una conciencia herida no sea limpiada y restaurada, la culpabilidad asaltará a la mente. Reprimir la culpabilidad puede aliviar el dolor de la conciencia, pero no la elimina. Una conciencia opaca, por lo tanto, debilita el requisito más básico de todo liderazgo.

Otro aspecto del liderazgo:  #13 El líder debe ser definido y decisivo.
Un líder es alguien que dirige. Cualquiera que pueda hablar sin sentido. Cualquiera puede ser tímido y ambivalente. El líder, por el contrario, debe dar una dirección clara. Pablo siempre les enseñó que todas las promesas divinas eran en él Sí y Amén.
Otro principio: #14: El líder sabe cuándo cambiar de opinión.
Un buen líder no se mantendrá en una mala decisión. Las circunstancias cambian. Y un buen líder debe saber cuándo adaptarse a esas circunstancias.
Otro principio que todos los líderes necesitan tener en mente:
#15 El líder no abusa de su autoridad.
En las palabras de  San Agustín: “De la misma forma en que la severidad está lista para castigar las fallas que se puedan descubrir, igualmente la caridad no quiere descubrir las fallas que se deben castigar”.
Recordemos que Jesús dijo que el liderazgo en su reino es diferente al liderazgo mundano (Lucas 22:25-26). Pablo era el epítome de un líder con un corazón de siervo. Pablo mismo sabía que: “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos…” (2 Timoteo 2:24-26).
El llamado es costoso, solitario y con frecuencia sin ningún agradecimiento. Si se vuelve rencoroso, represivo o rudo con su rebaño, perderá su eficacia como líder.
CAPÍTULO 7 “Para estas cosas ¿quién es suficiente?
Satanás con frecuencia envía sus ataques más feroces a los líderes claves. Una de sus armas favoritas son las medias verdades y las mentiras deliberadas que generan rebeldía e intentan socavar la confianza de la gente en los buenos líderes.
Desafiar a un líder que es llamado por Dios y que es fiel a la verdad es peculiarmente un pecado satánico. En 2 Corintios 11:13-15 los falsos maestros eran instrumentos del diablo, agentes malignos en su campaña contra la causa de la verdad. Enfocaron deliberadamente su ofensiva principal en contra de Pablo y de su liderazgo. Era un asalto estratégico y bien localizado, porque si los poderes de la oscuridad podían anular la influencia de Pablo en Corinto, esa iglesia ya atribulada quedaría completamente a merced de los falsos apóstoles.
La capacidad de Pablo como líder y apóstol se encontraban bajo ataque.Eran maestros que entregarían cualquier mensaje con tal de hacer cosquillas a los oídos de las personas. Pablo está siendo atacado desde varios ángulos: su carácter, su influencia, su llamado y su humildad.
Otro principio fundamental del liderazgo:
#16 El líder no abdica en medio de la oposición.
Una verdad que todo líder al fin descubre es que las personas son muy cambiantes. Es sorprendente ver cómo aceptan mentiras de un líder que aman y respetan. Las víctimas de tales mentiras saben lo frágil que es la verdadera lealtad. Los falsos maestros pusieron a Pablo en una posición que parecía imposible. Si se defendía a sí mismo, eso haría que hubiera más acusaciones contra él, pero si ignoraba la amenaza, en efecto estaría abdicando su liderazgo. Recuerde que la eficacia del liderazgo se mide en términos de influencia.
Otro principio vital en un liderazgo sabio:
#17 El líder está seguro de su llamado.
Tal confianza es una fortaleza grande y necesaria en el liderazgo, de tal forma que uno esté seguro de sus dones y que sea enfático acerca de su llamado, para que cuando venga una prueba nunca cuestione la obra en su vida. El liderazgo eficaz depende de la clase de resolución, valor, audacia y determinación. El líder no puede tener éxito si considera que la tarea actual es un tropiezo. Uno no puede distraerse por el futuro y ser eficaz en el presente.
Pablo era una persona firme. No había opciones ni alternativas en su vida. Por eso nunca dudó de su llamado y sus dones. Pablo sabía, más allá de cualquier duda, que Dios lo había separado para el liderazgo, aun antes del nacimiento (Gálatas 1:15), así que tenía sus ojos firmes en el premio.
La extraordinaria confianza de los apóstoles no surgía de un entrenamiento formal. Brotaba del hecho de que Cristo los había escogido, los había capacitado y les había dado su Espíritu. Su confianza no yacía en las habilidades personales. No era autoconfianza. Esta es arrogancia. Sino una convicción fuerte e inmutable de que fueron llamados.
Otro principio básico de todo liderazgo sabio:
#18 El líder conoce sus propias limitaciones.
El líder que olvida su propia debilidad inevitablemente fracasará. Pablo extrae su fuerza recordando su debilidad ya que estas cosas lo hacían más dependientes del poder de Dios. Desde una perspectiva espiritual, la ingenuidad y la inteligencia humanas tienden a corromper más que a ayudar. Pablo tenía la habilidad intelectual y retórica para competir con los grandes filósofos. Pero no era la base de su ministerio. El poder del ministerio no yacía en sus habilidades. Sin la Palabra de Dios él no tendría nada que decir. Sin el Espíritu de Dios en su vida no podía hacer nada que valiera la pena. Él era apóstol porque Dios lo había llamado y capacitado
CAPÍTULO 8 “Un líder hecho de barro”
Los falsos maestros en Corinto quizás pudieron haber sido conocidos personales del apóstol Pablo. Hablaban de defectos. Lo denigraron por sus imperfecciones físicas, sus debilidades humanas, su apariencia y su manera de hablar. Sin importar cuáles mentiras los falsos apóstoles difundieran acerca de Pablo, tenían razón en esto: Nada acerca de su estilo o apariencia contribuiría a darle poder a su mensaje. Así que intentaron usarlo como una excusa para burlarse y dañarlo.
El barro representa la humanidad caída, sucia, desordenada y sin ninguna virtud inherente o excelencia por sí misma. Su utilidad se deriva del trabajo del alfarero, sin ninguna importancia en la calidad del barro. Los líderes lo más que pueden hacer es llegar a ser vasijas de barro. Algunos pueden verse mejor que otros. Pero un verdadero líder no se vanagloria de haber llegado a obtener su posición simplemente por sus talentos, sus atributos físicos, su capacidad de comunicación, ni ninguna otra cosa.
Entre más débil es la vasija, más evidente es el poder de Dios. Dios se deleita en escoger a las personas de baja categoría, simples, comunes, despreciadas e innobles, que la sociedad llama buenos para nada. Al usar vasija de barro comunes y corrientes, Dios muestra su gloria en todo su esplendor.
Principio de liderazgo #19: El líder es resistente.
Eso es un verdadero compañero de la virtud de la humildad. El líder, aunque conoce sus propias debilidades, debe ser fuerte y robusto. El líder, aunque sepa de su propia fragilidad, debe encontrar fuerzas para aguantar cualquier tipo de prueba incluyendo la presión, la perplejidad, la persecución y el dolor.
Esta era la vida de Pablo. Las pruebas eran profundas y parecían interminables. Si Pablo mismo era débil y común, si era una sólo una vasija del barro humilde, entonces la única explicación posible de una vida tan notablemente especial era el poder de Dios. Cuando aprendemos a aceptar las pruebas, la angustia y la aflicción, como amigos, y recuerdos de nuestra propia debilidad, nos volvemos más dependientes del poder de Dios y por lo tanto somos líderes más efectivos y mejores testigos de Él.
CAPÍTULO 9 “La batalla del líder”
La iglesia de Corinto había sido saboteada deliberada y sistemáticamente por las mentiras de los falsos maestros. Pablo estaba buscando reparar la relación dañada. Era manso y modesto, pero en ningún momento indiferente.
Otro principio fundamental de todo liderazgo: #20 El líder es apasionado.
Todos los líderes deben tener pasión. Y los espirituales especialmente motivados por una pasión intensa por la verdad, tanto como un amor ferviente y profundo en Cristo. Es imposible mantener tal afecto y ser pasivo o no tener emociones. La indignación justa no es menos noble que el amor ya que ambos coexisten en Dios. Otras emociones fuertes- incluyendo el gozo, el gusto, el dolor, la compasión, el temor y el amor- son igualmente esenciales en el liderazgo.
Los líderes no deben evitar el sentimiento o la intensidad, pero deben dominar sus pasiones más que ser dominados por ellas. El autocontrol piadoso involucra no sólo mortificación de los deseos pecaminosos, sino también un grado de dominio en la expresión de las pasiones legitimas.
Pablo sabía, por supuesto, que ser mal representado, calumniado, perseguido y acusado falsamente es parte inevitable de ser cristiano.
La mansedumbre es la actitud humilde que se expresa en la paciencia al soportar las ofensas. Pablo no tenía amargura. No tenía deseo de venganza. La gentileza es prácticamente un sinónimo. Implica resignación. Pablo no tenía ninguna malicia ni mala voluntad. La mansedumbre no es debilidad; es poder bajo control. No buscaba una oportunidad para utilizar su autoridad como un bate. Pablo no siempre fue manso en situaciones cara a cara. De ninguna manera era débil o cobarde.

 Eso hubiera violado un principio cardinal del liderazgo: #21 El líder es valiente.
Las personas no siguen a los cobardes. A veces el valor de un líder se expresa en la confrontación
Los enemigos de Pablo deliberadamente habían plantado esa sospecha. No había ninguna base para apoyar esas mentiras. Dijeron que lo único que motivaba a Pablo era el egoísmo personal, los deseos corruptos, los deseos carnales y las motivaciones secretas.
Pablo luchaba “en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra” (2 Corintios 6:7). La lucha era contra el reino de las tinieblas. Luchamos por la preservación y la proclamación de la verdad. Luchamos por el honor de Jesucristo. Luchamos por la salvación de los pecadores, luchamos por la virtud de los santos. Toda su vida fue una guerra espiritual contra todo lo que se oponía a la verdad. Toda ideología mundana que se opone a Cristo y que se opone a la Biblia está arraigada en la misma rebelión que surgió del infierno. Es obvio  que el único poder que destruiría esas cosas es el poder de la verdad.
Principio: #22 El líder sabe discernir.
La guerra espiritual tiene que ver con demoler las mentiras malignas mediante la verdad. Una de las calificaciones fundamentales para el liderazgo virtual es el conocimiento de la verdad y la habilidad para reconocer las mentiras así como la capacidad para usar la verdad de tal forma que podamos refutar las mentiras.
Usted no puede ser un buen líder y evitar la guerra. Tal como la vida de Pablo lo demostró, entre más efectivo sea usted como líder, más ataques tendrá del enemigo. Esa es la naturaleza del liderazgo. Por lo tanto, no podemos dirigir bien o luchar la buena batalla a menos que aprendamos las Escrituras y adquiramos habilidad para usar la verdad de Dios. Las mentiras sólo caen ante la verdad.
CAPÍTULO 10 “Cómo no ser descalificado”
A las personas con talento innatos algunas veces les es difícil mantener la disciplina. Pablo era un líder sumamente talentoso. No obstante, vemos prueba abundante que a la postre, Pablo no era de los que se basaban en sus habilidades naturales, sus proezas intelectuales o sus dones de liderazgo.
Así que, es supremamente importante: #23 El líder es disciplinado.
Pablo casi siempre describía la vida como una competición atlética, como participar en una carrera. Y estaba determinado a ganarla. Él no quería tropezar ni caer antes de llegar a la meta. No quería fracasar moralmente ni ser descalificado espiritualmente. La confianza del líder en su propio llamado debe ser equilibrada por un temor santo al fracaso personal espiritual.
Es orgullo es una trampa peculiar para muchos; la falta de pureza y autocontrol han hecho que otros zozobren. Las fallas morales y personales son la caída para muchos en el liderazgo. Todo surge debido a una falta de disciplina. Pablo tuvo la carrera muy en serio y vivió de manera acorde.
Uno no puede romper un régimen de entrenamiento y ganar. El éxito genuino siempre tiene un gran precio. La disciplina nos enseña a operar por principios más que por deseos. Decir no a nuestros impulsos (aun aquellos que no son inherentemente pecaminosos) nos hace controlar nuestros apetitos en vez de que ellos nos controlen a nosotros. Ello desecha la lascivia y permite a la verdad, la virtud y la integridad para que gobierne nuestras mentes.
Algunas sugerencias prácticas que pueden ser muy útiles para desarrollar la autodisciplina:
Sea organizado: Comience donde se encuentra. Haga una lista de prioridades y póngalas en orden. Si no tiene control de su tiempo, no lo tendrá de ningún aspecto de su vida.
Utilice el tiempo sabiamente: Si hizo un plan para utilizar su tiempo, sígalo. No lo deje para después. Es fuércese. No pierda el tiempo. Manténgase ocupado. Sea puntual.
Encuentre manera de edificarse más que entretenerse: Cuando tenga tiempo para descansar y relajarse, haga cosas que alimenten su alma más que los apetitos carnales. Escuche buenos sermones. Entréguele su vida privada a Dios. Dedique su tiempo libre especialmente a la tarea de cultivar la humildad, el arrepentimiento, la santidad y el temor a Dios.
Ponga atención a los pequeños detalles: Cuando vea algo fuera de lugar, sin importar lo insignificante que sea, póngalo en su sitio.  Aquellas que son fieles en las cosas pequeñas son las mismas personas que también son disciplinados en cosas más importantes.
Acepte más responsabilidad: Cuando venga algo que necesite hacerse, hágalo voluntariamente. Busque maneras de usar sus talentos y recursos para el bienestar de los demás. Eso le ayudará en enfocar su energía. También a cultiva un corazón de siervo.
Una vez que comience algo, termínelo: Esto tiene que ver con el asunto del planeamiento. Una buena organización implica pensar en el costo. ¿Por qué multiplicar proyectos cuando uno no termina lo que ha empezado? Un hábito así pronto socavará la confianza de las personas en usted como líder.
Mantenga su palabra: En otras palabras, su palabra es su voto. Una persona que no mantiene su palabra invariablemente será indisciplinada el resto de su vida.
De vez en cuando dígase no: Controle sus propios apetitos negándose a los placeres que pueda tener. No coma postre. Vaya a caminar en lugar de tomar una siesta. Haga algo por su cónyuge en lugar de hacerlo para usted mismo.
Este es otro principio integral del liderazgo:  #24 El líder es enérgico
No hay un líder eficaz que sea perezoso o haragán. Los líderes deben ser ingeniosos y diligentes. Es un prerrequisito para la iniciativa, el entusiasmo, la decisión y la resistencia necesarios en el liderazgo. El líder,  como cualquier buen atleta, no puede salirse de la carrera a la mitad. Debe presionar hacia la meta. Tiene que buscar dentro de sí y encontrar la forma de persistir cuando la perseverancia parece imposible. El atleta sabe dos cosas: primero sabe cómo someter su cuerpo; y segundo, tiene la rudeza mental para seguir buscando la meta.
La mayor ironía es un  líder que se descalifica a sí mismo después de haber buscado influir en los demás. Casi siempre quedan descalificados por su propia falta de disciplina. Pablo no quería que eso le sucediera a él. De hecho, su deseo de terminar bien se hizo una obsesión en su vida. Él quería ganar la carrera para la gloria y el honor de Jesucristo. Y acabó bien. Vivió una vida triunfante a pesar de todas sus pruebas.

CAPÍTULO 11 “¿Quién puede dirigir?”
La iglesia primitiva tenía los líderes en la más alta moral y parámetro ético.
Hechos 6 revea cómo se deben hacer las cosas en la iglesia. Al menos tres principios emergen que marcan el parámetro para los líderes de la iglesia: pluralidad, prioridad y pureza.
Pluralidad: La iglesia no debe ser dirigida por dictadores, autócratas o gobernadores solitarios. Desde el principio la supervisión era compartida por los doce. Cada ministerio descrito en el Nuevo Testamento era un esfuerzo de equipo.
Prioridad: Necesitaron de delegar la tarea a otros que pudieran supervisarla y organizar mejor el proceso. Comprendieron lo que cada líder sabio debe aceptar, uno no puede hacerlo todo solo.
Principio #25 El líder sabe cómo delegar
Este es uno de los valores principales de la delegación: ayudar a capacitar a otros para dirigir. El líder que sigue ese plan reproducirá más líderes. Cuando delegue, sólo delegue lo que está dispuesto a entregar. Necesita una clara comprensión de sus prioridades. Las tres actividades principales que dominan (en los apóstoles) son: la oración, el ministerio de la Palabra de Dios y el ministerio de servicio.
Pureza: Los hombres escogidos fueron por su carácter y su reputación. También llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, controlados por y hombres de juicio sabio y justo.
El liderazgo es acerca del carácter, el honor, la decencia, la integridad, la fidelidad, la santidad, la pureza moral y otras cualidades.

Esto encapsula y resume cada requisito fundamental de un verdadero líder:
#26 El líder es como Cristo
El modelo perfecto de liderazgo, por supuesto es el Gran Pastor, Cristo mismo.
Mateo 20:25-28


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Leer PRIMERA PARTE: "Pablo encadenado: Liderazgo en acción."
Leer sólo los 26 principios de liderazgo.
ACERCA DEL AUTOR: John MacArthur



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