26 PRINCIPIOS DE LIDERAZGO



26 Lecciones de liderazgo de la vida del apóstol Pablo




#1 El líder es confiable
Cuando las personas estén convencidas de que usted va a hacer todo lo posible para darles bienestar y no dañarlos, confiarán en usted. Un verdadero líder es alguien que les demuestra a los demás que lo que ocupa su corazón es dar lo mejor para ellos.

#2 El líder toma la iniciativa
Pablo no tenía ningún rango. Ningún derecho particular. Ningún título. No tenía ninguna autoridad. Pero se dio cuenta de que había un problema y por eso tomó la iniciativa y trató de traer claridad a la situación. Eso es liderazgo. El líder afirma: “Este es el problema y esta la solución”.


#3 El líder utiliza el buen juicio.

Ellos no arriesgan a su gente ante peligros innecesarios. Los buenos líderes son analíticos. Si el desastre se aproxima y no hay manera de salir, los buenos líderes no presionan. Durante el naufragio, Dios claramente estaba en control. Él tenía a su líder escogido donde quería, listo para tomar el mando y a pesar del caos de la situación Dios había planeado que saliera bien.

#4 El líder habla con autoridad        
La pomposidad y la arrogancia no equivalen a autoridad. El asombroso aplomo de Pablo no tenía egoísmo ni insolencia. Cada líder que es cristiano tiene mucho más que cualquier dirigente del mundo, porque tenemos la verdad de Dios y su Espíritu es nuestro maestro.
El líder debe conocer las Escrituras. Él debe creer con una convicción inamovible que la Palabra de Dios es cierta. Y debe comunicar la verdad de la Palabra de Dios con confianza y convicción. Pablo no era áspero, No era abusivo. Tampoco arrogante ni deseaba agradecerse. Más bien tenía confianza en la promesa de Dios y sus palabras lo demostraban.

#5 El líder refuerza a los demás.
El deseo de un verdadero líder es que los demás mejoren. Hacerlos más fuertes, más eficaces y más motivados. Su fuerza alimenta la fuerza de los demás. Los edifica. Los anima a creer que tienen futuro. Les da una razón y una esperanza cuando ya no la tienen.  


#6 El líder es optimista y entusiasta.
Uno no puede ser un líder eficaz y ser pesimista. Las personas cínicas debilitan cualquiera con quien hablan. De la misma manera, uno no puede ser un buen líder y aburrir a las personas.
El entusiasmo optimista crea energía, emoción y esperanza. Soy optimista (MacArthur) porque conozco que la verdad de Dios va a triunfar. Creo que ella será exactamente lo que Dios intenta que sea, una iglesia gloriosa. El propósito de Cristo para su iglesia no será frustrado. Dios era la fuente de la autoridad de Pablo, su sabiduría, su esperanza, su optimismo y su entusiasmo. 

#7 El líder nunca transige los absolutos.
Cuando Dios habla, no se puede transigir. Una cosa es transigir en cuestiones de preferencia y otra totalmente diferente en cuestiones de principios. La persona que rehúsa ceder en cualquier circunstancia es obstinada, irrazonable y egoísta. Esa clase de inflexibilidad de voluntad es pecaminosa y ha llevado a la rutina a muchas relaciones y organizaciones. Para el líder espiritual, los absolutos son establecidos por la Palabra de Dios. Nadie puede ser un líder efectivo espiritual a menos que comprenda la verdad esencial de la Escritura y rehúse transigir su autoridad absoluta.

#8 El líder se enfoca en los operativos, no en los obstáculos.
Pablo vio más allá de la tormenta, más allá de la urgencia del momento y supo que necesitaba prepararse para la dificultad que tenían que enfrentar. El equilibrio perfecto es la soberanía divina y la responsabilidad humana. Pablo dio palabras de ánimo que ayudó a ignorar los terribles obstáculos.

#9 El líder capacita mediante el ejemplo.
El triunfo de Pablo era el de un gran liderazgo. Probado en momento de crisis, dio un paso frente y demostró lo que verdaderamente hace un líder. Él era decidido. Determinado. Tenía un pensamiento claro y equilibrado. Se encargó de las cosas cuando estaban fuera de control. Y Dios honró sus esfuerzos con un éxito asombroso. Pablo no transigió los absolutos ni se distrajo del  objetivo debido a los obstáculos. Y dirigió con el ejemplo. En circunstancias en que otra clase de hombres habría sido pasiva o se habría rendido, Pablo se encargó y se convirtió en un ejemplo para todos los que son llamados a ser líderes.

#10 El líder cultiva la lealtad.
No se refiere a un deseo egoísta por una veneración personal. Él deseaba que ellos fuera leales a la verdad que les había enseñado. La lealtad es una gran virtud. La lealtad se la debemos primero al Señor y a su verdad, pero también a aquellos que defienden la verdad. La lealtad es algo frágil.
La lealtad auténtica no es una devoción ciega a un hombre común. La lealtad es, primero que todo, una alianza con la verdad. Pero a la vez involucra devoción a las obligaciones del amor y la amistad.
La lealtad es esencial para el liderazgo. Un líder sabio cultiva la lealtad siendo leal al Señor, a la verdad y a las personas a quienes dirige.
#11 El líder tiene empatía por los demás.
La empatía es la habilidad de identificarse con otra persona al grado en que uno sienta lo que ella siente. A pesar de los errores de los corintios, él se mantuvo leal con ellos. Los líderes deben permitir que su gente también se equivoque. Las personas necesitan ser edificadas cuando fracasan, no ser aplastados aún más. El líder sabio no necesita ser áspero con su gente. El liderazgo finalmente trata con personas, no con objetivos estériles ni estrategias que pueden ser escritas en papel.

#12 El líder mantiene la conciencia clara.
La conciencia es un sistema de advertencia interna que nos dice cuando algo que estamos haciendo está mal. La conciencia para nuestras almas es igual que los sensores del dolor para nuestro cuerpo: inflinge tensión en la forma de culpabilidad, cuando violamos lo que nuestro corazón nos dice que es correcto. La conciencia no es del todo infalible. Una conciencia pobremente instruida puede acusarnos cuando realmente no somos culpables o decir que somos inocentes cuando en realidad estamos equivocados.
Suprimir la conciencia o violarla deliberadamente es mortal para nuestro ser espiritual. Desobedecer a la conciencia en sí mismo es un pecado, aunque sea ignorante o mal informada. Suprimir la conciencia es igual que cauterizarla, dejándola insensible y, por tanto, removiendo peligrosamente una defensa vital en contra de la tentación. Una conciencia impura o suprimida hace que la verdadera integridad sea imposible. Hasta que una conciencia herida no sea limpiada y restaurada, la culpabilidad asaltará a la mente. Reprimir la culpabilidad puede aliviar el dolor de la conciencia, pero no la elimina. Una conciencia opaca, por lo tanto, debilita el requisito más básico de todo liderazgo.

#13 El líder debe ser definido y decisivo.
Un líder es alguien que dirige. Cualquiera que pueda hablar sin sentido. Cualquiera puede ser tímido y ambivalente. El líder, por el contrario, debe dar una dirección clara. Pablo siempre les enseñó que todas las promesas divinas eran en él Sí y Amén.
#14: El líder sabe cuándo cambiar de opinión.
Un buen líder no se mantendrá en una mala decisión. Las circunstancias cambian. Y un buen líder debe saber cuándo adaptarse a esas circunstancias.
 
#15 El líder no abusa de su autoridad.
En las palabras de  San Agustín: “De la misma forma en que la severidad está lista para castigar las fallas que se puedan descubrir, igualmente la caridad no quiere descubrir las fallas que se deben castigar”.
Recordemos que Jesús dijo que el liderazgo en su reino es diferente al liderazgo mundano (Lucas 22:25-26). Pablo era el epítome de un líder con un corazón de siervo. Pablo mismo sabía que: “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos…” (2 Timoteo 2:24-26).
El llamado es costoso, solitario y con frecuencia sin ningún agradecimiento. Si se vuelve rencoroso, represivo o rudo con su rebaño, perderá su eficacia como líder.

#16 El líder no abdica en medio de la oposición.
Una verdad que todo líder al fin descubre es que las personas son muy cambiantes. Es sorprendente ver cómo aceptan mentiras de un líder que aman y respetan. Las víctimas de tales mentiras saben lo frágil que es la verdadera lealtad. Los falsos maestros pusieron a Pablo en una posición que parecía imposible. Si se defendía a sí mismo, eso haría que hubiera más acusaciones contra él, pero si ignoraba la amenaza, en efecto estaría abdicando su liderazgo. Recuerde que la eficacia del liderazgo se mide en términos de influencia.
 
#17 El líder está seguro de su llamado.
Tal confianza es una fortaleza grande y necesaria en el liderazgo, de tal forma que uno esté seguro de sus dones y que sea enfático acerca de su llamado, para que cuando venga una prueba nunca cuestione la obra en su vida. El liderazgo eficaz depende de la clase de resolución, valor, audacia y determinación. El líder no puede tener éxito si considera que la tarea actual es un tropiezo. Uno no puede distraerse por el futuro y ser eficaz en el presente.
Pablo era una persona firme. No había opciones ni alternativas en su vida. Por eso nunca dudó de su llamado y sus dones. Pablo sabía, más allá de cualquier duda, que Dios lo había separado para el liderazgo, aun antes del nacimiento (Gálatas 1:15), así que tenía sus ojos firmes en el premio.
La extraordinaria confianza de los apóstoles no surgía de un entrenamiento formal. Brotaba del hecho de que Cristo los había escogido, los había capacitado y les había dado su Espíritu. Su confianza no yacía en las habilidades personales. No era autoconfianza. Esta es arrogancia. Sino una convicción fuerte e inmutable de que fueron llamados.
 
#18 El líder conoce sus propias limitaciones.
El líder que olvida su propia debilidad inevitablemente fracasará. Pablo extrae su fuerza recordando su debilidad ya que estas cosas lo hacían más dependientes del poder de Dios. Desde una perspectiva espiritual, la ingenuidad y la inteligencia humanas tienden a corromper más que a ayudar. Pablo tenía la habilidad intelectual y retórica para competir con los grandes filósofos. Pero no era la base de su ministerio. El poder del ministerio no yacía en sus habilidades. Sin la Palabra de Dios él no tendría nada que decir. Sin el Espíritu de Dios en su vida no podía hacer nada que valiera la pena. Él era apóstol porque Dios lo había llamado y capacitado. 

#19 El líder es resistente.
Eso es un verdadero compañero de la virtud de la humildad. El líder, aunque conoce sus propias debilidades, debe ser fuerte y robusto. El líder, aunque sepa de su propia fragilidad, debe encontrar fuerzas para aguantar cualquier tipo de prueba incluyendo la presión, la perplejidad, la persecución y el dolor.
Esta era la vida de Pablo. Las pruebas eran profundas y parecían interminables. Si Pablo mismo era débil y común, si era una sólo una vasija del barro humilde, entonces la única explicación posible de una vida tan notablemente especial era el poder de Dios. Cuando aprendemos a aceptar las pruebas, la angustia y la aflicción, como amigos, y recuerdos de nuestra propia debilidad, nos volvemos más dependientes del poder de Dios y por lo tanto somos líderes más efectivos y mejores testigos de Él.

#20 El líder es apasionado.
Todos los líderes deben tener pasión. Y los espirituales especialmente motivados por una pasión intensa por la verdad, tanto como un amor ferviente y profundo en Cristo. Es imposible mantener tal afecto y ser pasivo o no tener emociones. La indignación justa no es menos noble que el amor ya que ambos coexisten en Dios. Otras emociones fuertes- incluyendo el gozo, el gusto, el dolor, la compasión, el temor y el amor- son igualmente esenciales en el liderazgo.
Los líderes no deben evitar el sentimiento o la intensidad, pero deben dominar sus pasiones más que ser dominados por ellas. El autocontrol piadoso involucra no sólo mortificación de los deseos pecaminosos, sino también un grado de dominio en la expresión de las pasiones legitimas.
 
#21 El líder es valiente.
Las personas no siguen a los cobardes. A veces el valor de un líder se expresa en la confrontación
Los enemigos de Pablo deliberadamente habían plantado esa sospecha. No había ninguna base para apoyar esas mentiras. Dijeron que lo único que motivaba a Pablo era el egoísmo personal, los deseos corruptos, los deseos carnales y las motivaciones secretas.
Pablo luchaba “en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra” (2 Corintios 6:7). La lucha era contra el reino de las tinieblas. Luchamos por la preservación y la proclamación de la verdad. Luchamos por el honor de Jesucristo. Luchamos por la salvación de los pecadores, luchamos por la virtud de los santos. Toda su vida fue una guerra espiritual contra todo lo que se oponía a la verdad. Toda ideología mundana que se opone a Cristo y que se opone a la Biblia está arraigada en la misma rebelión que surgió del infierno. Es obvio  que el único poder que destruiría esas cosas es el poder de la verdad.
#22 El líder sabe discernir.
La guerra espiritual tiene que ver con demoler las mentiras malignas mediante la verdad. Una de las calificaciones fundamentales para el liderazgo virtual es el conocimiento de la verdad y la habilidad para reconocer las mentiras así como la capacidad para usar la verdad de tal forma que podamos refutar las mentiras.
Usted no puede ser un buen líder y evitar la guerra. Tal como la vida de Pablo lo demostró, entre más efectivo sea usted como líder, más ataques tendrá del enemigo. Esa es la naturaleza del liderazgo. Por lo tanto, no podemos dirigir bien o luchar la buena batalla a menos que aprendamos las Escrituras y adquiramos habilidad para usar la verdad de Dios. Las mentiras sólo caen ante la verdad.

#23 El líder es disciplinado.
Pablo casi siempre describía la vida como una competición atlética, como participar en una carrera. Y estaba determinado a ganarla. Él no quería tropezar ni caer antes de llegar a la meta. No quería fracasar moralmente ni ser descalificado espiritualmente. La confianza del líder en su propio llamado debe ser equilibrada por un temor santo al fracaso personal espiritual.

Es orgullo es una trampa peculiar para muchos; la falta de pureza y autocontrol han hecho que otros zozobren. Las fallas morales y personales son la caída para muchos en el liderazgo. Todo surge debido a una falta de disciplina. Pablo tuvo la carrera muy en serio y vivió de manera acorde.
Uno no puede romper un régimen de entrenamiento y ganar. El éxito genuino siempre tiene un gran precio. La disciplina nos enseña a operar por principios más que por deseos. Decir no a nuestros impulsos (aun aquellos que no son inherentemente pecaminosos) nos hace controlar nuestros apetitos en vez de que ellos nos controlen a nosotros. Ello desecha la lascivia y permite a la verdad, la virtud y la integridad para que gobierne nuestras mentes.

#24 El líder es enérgico
No hay un líder eficaz que sea perezoso o haragán. Los líderes deben ser ingeniosos y diligentes. Es un prerrequisito para la iniciativa, el entusiasmo, la decisión y la resistencia necesarios en el liderazgo. El líder,  como cualquier buen atleta, no puede salirse de la carrera a la mitad. Debe presionar hacia la meta. Tiene que buscar dentro de sí y encontrar la forma de persistir cuando la perseverancia parece imposible. El atleta sabe dos cosas: primero sabe cómo someter su cuerpo; y segundo, tiene la rudeza mental para seguir buscando la meta.
La mayor ironía es un  líder que se descalifica a sí mismo después de haber buscado influir en los demás. Casi siempre quedan descalificados por su propia falta de disciplina. Pablo no quería que eso le sucediera a él. De hecho, su deseo de terminar bien se hizo una obsesión en su vida. Él quería ganar la carrera para la gloria y el honor de Jesucristo. Y acabó bien. Vivió una vida triunfante a pesar de todas sus pruebas.

 #25 El líder sabe cómo delegar
Este es uno de los valores principales de la delegación: ayudar a capacitar a otros para dirigir. El líder que sigue ese plan reproducirá más líderes. Cuando delegue, sólo delegue lo que está dispuesto a entregar. Necesita una clara comprensión de sus prioridades. Las tres actividades principales que dominan (en los apóstoles) son: la oración, el ministerio de la Palabra de Dios y el ministerio de servicio.
Esto encapsula y resume cada requisito fundamental de un verdadero líder:
#26 El líder es como Cristo
El modelo perfecto de liderazgo, por supuesto es el Gran Pastor, Cristo mismo.
Mateo 20:25-28. 



 

 
 


 



                                               




 

 

 

 

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