NI LA MÁS REMOTA IDEA SOBRE EL CIELO

 

CAPÍTULO DOS

NI LA MÁS REMOTA IDEA SOBRE EL CIELO


  • La iglesia, si no tiene realmente la mira puesta en el cielo, tiende a ser autoindulgente, egocentrista, débil y materialista. Las comodidades de nuestros días consumen la mayor parte de nuestros pensamientos, y si no tenemos cuidado acabamos inevitablemente inventando  fantasías sobre el cielo o dejando de pensar en él.
  • La certeza de ir al cielo tendría que llenarnos de un gozo y de una expectación tales que deberáin elevar nuestros corazones por encima de este mundo efímero.
  • Todos tenemos nuestra visión del mundo (aunque no seamos conscientes de ello). La visión del mundo de un cristiano, debería estar enfocada, por definición, hacia el cielo.
  • No importa lo que suframos en esta vida; nunca podrá compararse a la gloria de la vida venidera. De modo que no buscamos evadirnos de esta vida soñando con el cielo, pero sí que llegamos a la conclusión de que podemos soportar esta vida gracias a la certeza del cielo. El cielo es eterno; la tierra efímera.
  • No hay lugar en el que estemos más "en el hogar" que cuando vivamos con el Señor al final de nuestra vida.
  • También deberíamos ocuparnos más de la gloria de la eternidad que de las dificultades del presente.
  • Ello implica que debemos purgar toda mundanalidad de nuestros corazones. Implica aprender a dejar de lado las preocupaciones de esta vida. Implica mirar hacia adelante y vivir a la espera de una esperanza innegable y verdadera. Implica apartar la vista de lo mundano y lo fininto y ponerla de una manera permanente en aquél que es la gloria del cielo.
  • "Mas nosotros tenemos la mente de Cristo."(1 Corintios 2:16). Podemos dirigir nuestros corazones hacia la gloria eterna del cielo y no hacia las cosas de este mundo, ya que, inevitablemente, estás acabarán convirtiéndose en nada (1Juan2: 16). Somos miembros de una nueva familia, nos hemos transformado en hijos de Dios (Juan 1:12).
  • Tenemos una nueva ciudadanía (Filipenses 3:10), unos nuevos intereses (Colosenses 3:1), y un nuevo lugar en el que depositar nuestrnos tesoros (Mateo 6:19-20).


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