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CAPÍTULO DOS
DEMASIADO HAMBRIENTO PARA HABLAR
*La Palabra de Dios es suficiente para millones de creyentes que se reúnen casas iglesias...Su Palabra es suficiente para millones de otros creyentes que se amontonan en las junglas africanas , en las selvas suramericanas y en las ciudades del Oriente Medio.
*El evangelio es la revelación de quién es Dios, de quiénes somos nosotros y de cómo podemos reconciliarnos con Él.
*El evangelio revela la gloria de Dios. De acuerdo con la Palabra de Dios, Él es soberano Creador de todas las cosas. Él sabe todo, sostiene todas las cosas y es el dueño de todo. Por sobre todas las cosas, es santo. Es justo en todos sus caminos, justo en toda su ira y amoroso hacia todo lo que ha creado.
*No estamos listos a darle lo que nos pide, porque nuestros corazones se oponen a Él. La revelación de Dios en el evangelio no sólo revela quién es Él, sino también quienes somos nosotros.
*El evangelio moderno dice: "Dios te ama y tiene un maravilloso plan para su vida. Por lo tanto, sigue estos pasos y serás salvo". Mientras tanto, el evangelio bíblico dice: "Eres enemigo de Dios, estás muerto en tu pecado y en tu actual estado de rebelión, ni siquiera puedes ver que necesitas vida y mucho menos revivirte a ti mismo. Por tanto, dependes de manera radical de Dios para que haga algo en tu vida que nunca podrás hacer".
*Cuando tu y yo nos damos cuenta de que somos moralmente malos, que estamos muertos en pecados y que merecemos la ira de Dios sin más remedio, comenzamos a descubrir la desesperada necesidad que tenemos de Cristo.
*Lo que sucedió en la cruz no tuvo que ver ante todo con los clavos que clavaron las manos y en los pies de Jesús, sino en la ira que se derramó sobre su alma debido a tu pecado y al mío.
*¿De verdad pensamos que Jesús necesita nuestro arrepentimiento? ¿No es que nosotros lo necesitamos a Él?
*La salvación consiste en una profunda lucha en nuestra alma contra la pecaminosidad de nuestro corazón, la profundidad de nuestra depravación y la tremenda necesidad que tenemos de su gracia. Jesús ya no es más alguien a quien debemos aceptar o invitar, sino alguien que es infinitamente digno de nuestra entrega inmediata y absoluta.
*Nos damos cuenta de que no sólo somos salvos para que nuestros pecados sean perdonados ni para asegurarnos la eternidad en el cielo, sino que somos salvos para conocer a Dios. Entonces tenemos sed de Él. Lo deseamos tanto que abandonamos todo lo demás para experimentarlo a Él.
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