LA NUEVA JERUSALÉN

 

CAPÍTULO CUATRO

LA NUEVA JERUSALÉN


  • En la consumación de los tiempos Dios renovará los cielos y la tierra. Fundirá su cielo con un nuevo universo para crear la morada perfecta que habrá de ser para siempre nuestro hogar. Dicho de otro modo, el cielo, el reino en el que Dios mora, se expandirá hasta abarcar la totalidad del universo creado, y todo ello se convertirá en un dominio perfecto y glorioso apto para albergar la gloria del cielo.
  • Pedro dice que nadie deberái malinterpretar la espera en la venida de Dios como síntoma de apatía, infidelidad o dejadez, En primer lugar, porque el tiempo no significa nada para Dios. No hay diferencia para Él entre mil años y un día. Lo que era inminente para Jesús hace dos mil años sigue siendo hoy.
  • Los que realmente conocemos al Señor sabemos que podemos confiar en Él incluso en las preguntas sin respuesta. Todas sus palabras son fieles y verdaderas, así que cuando Dios promete que va a hacer todas las cosas nuevas podemos aferrarnos a esa promesa a pesar de nuestra impotencia a la hora de saber cómo se van a resolver las dificultades.
  • La existencia de puertas implica que la gente será libre de entrar y salir de la ciudad; es decir, que la ciudad nonos retendrá Será nuestra casa, pero no estaremos recluidos allí. Tendremos el universo entero para viajar y, al hacerlo, atravesaremos las puertas en una y otra dirección.
  • Para el creyente, la vida eterna es una posesión de lo que disponemos en el presente, y no sólo una esperanza venidera. Debemos vivir como si nuestros corazones estuviesen ya en el cielo. Podemos disfrutar de la comunión con Dios ahora; si no cara a cara, sí a través de la oración y el estudio de la Palabra.





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