"echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros."
1 Pedro 5:7
En ocasiones, las preocupaciones parecen ser más grandes o se convierten en algo más de lo que podemos soportar y algunos -no hay que añadirnos tan pronto- mejor huyen en lugar de enfrentarlas. Pero este no es el mejor camino, no es el camino que Dios nos sugeriría o aprobaría. Sin embargo, no está ajeno a nuestra necesidad y debilidad, sino que nos provee de Su consejo, fuerza y amor para continuar, esto lo encontraremos es Su persona, Él es el camino.
Cuando estamos en angustia y preocupación, puedes pensar que nadie te comprende o que a nadie le importas y te sientes completamente solo (a) en tu dolor, ansiedad y temor. En momentos así, debemos observar críticamente como el enemigo comienza a lanzar estos juegos en nuestras mentes, si se lo permitimos. Porque de hecho, el creyente, no está solo, realmente le importa a alguien y si existe alguien que le comprende es Dios. Él se preocupa por sus hijos, más de lo que tú o yo podemos entender o darnos cuenta. Cuando el profeta Jeremías habló al pueblo de Israel en una condición de destierro y desesperanza (puedes notarlo al leer el libro de Lamentaciones), les habló directito al corazón: "Pues yo sé los planes que tengo para ustedes -dice el Señor-. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza." (Jer.29:11 NTV). Realmente a Dios le concierne todo lo que vivimos y acontece, de esto no tengas duda.
En el caminar de mi vida en Cristo, he visto su mano y cuidado, apesar de la tristeza y temor que me producen ciertas situaciones de la vida; no siempre la paso muy bien, no siempre reacciono como debería, pero cada vez que me encuentro en tales encrucijadas, solamente miro hacia la Cruz y todo tiene sentido, me hace recordar lo amada que soy, que a alguien le preocupa lo que me sucede, que ahí en la Cruz demostró justamente cuanto le importamos. Esta verdad, me sostuvo cuando mi madre, ya unos siete años atrás, tuvo un infarto cerebral, lo que hizo estuviera por tres años en estado vegetativo, no tenía repiración artificial, lo hacía por sí sola, pero solo podía abrir sus ojos, no podía caminar, no tenía ningún movimiento... la situación me hizo temer en gran manera, no sabía que pensar, me desencajó, recuerdo que solamente quería llorar. La circunstancia obligaba a tomar desiciones y yo no estaba lista, no estaba a la altura de lo que se requería; gracias a Dios por mis hermanos, ellos entraron en acción, tuvieron el temple para realizar e instalar a mamá en lo que ahora sería en ese momento su casa, adaptar el lugar, enfermeras, horarios, coordinar compras, días de guardia, etc. Todo el ritmo de nuestro día a día cambió.
Las rutinas en casa también sufrieron cambios, algunos se quedaban conmigo para ir a cuidar a mamá. otros se quedaban a terminar quehaceres, dormir para reponerse de las guardias, trabajar y seguir. Lo que sustentó mi vida fue Su persona, Su palabra, la oración; cada día tuve que echar sobre Él mi ansiedad y constatar que él tenía cuidado de mí y también de mi mamá, su estado vegetativo, sólo le permitía escuchar, así que durante esos tres años, le leía porciones bíblicas, le ponía enseñanzas, alabanzas, hacíamos oraciones, le amamos... hasta que fue el tiempo del Señor. Sé que Dios cumplió su propósito en ella, le preparó para su encuentro con el Altísimo, aunque su cuerpo se fue deteriorando, su espíritu se renovaba y hoy, seguramente, disfruta de un cuerpo glorificado, alabando y danzando como sólo ella sabía hacerlo, ante su Salvador.
Cuando alguien va a la iglesia no sabemos si llega ese día con una enorme carga, luchando por la presión del día a día, estresado de una semana no sencilla, si tuvo la pérdida de un ser querido o tal vez se encuentra temeroso de lo que enfrentará el día de mañana, humanamente es difícil saberlo, pero podemos recordarle el gran amor de Dios, que es un hijo de Dios y que puede echar su ansiedad sobre su Señor, que Dios tiene cuidado de él y de todo aquello que le sucede. Así como yo conté la ayuda de una familia, el creyente también cuenta con una familia, el cuerpo de Cristo, las oraciones, los ánimos, las promesas, un consejo, un abrazo, una llamada, un apoyo, una visita, todo ayuda y nos recuerda que este tiempo es pasajero, que nos espera la eternidad. Nuestro Señor ha preparado moradas para sus hijos, aquí como en los cielos está preparando todo para que vivamos eternamente con Él. Si lo hemos olvidado, nos lo recuerda :" Él tiene cuidado de nosotros."
@liliahercruz
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