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CAPÍTULO OCHO
VIVIR CUANDO MORIR ES GANANCIA
*¿Estamos dispuestos, como lo estaban los primeros discípulos, a ser los primeros que vayamos al peligro y, tal vez, a la muerte para que quienes vengan detrás de nosotros experimenten el fruto de nuestro sacrificio?
*La realidad es que si en verdad nos parecemos más a Jesús, el mundo nos odiará. ¿Por qué porque el mundo lo odió a Él.
*Serán perseguidos todos los que quieran una vida piadosa en Cristo Jesús.
*Todo el que quiera una vida segura, sin problemas, libre de peligro, manténgase alejado de Jesús. El peligro en nuestra vida siempre aumentará en proporción a la profundidad de nuestra relación con Cristo.
*La recompensa de Cristo supera todas estas cosas y nos llama a una vida de seguridad y satisfacción eternas que sobrepasa en gran medida todo lo que nos pueda ofrecer este mundo.
*Podemos descansar confiados en que nada nos sucederá en este mundo que se escape de la buena voluntad de un Dios soberano.
*No tenemos nada que temer, porque Dios es soberano.
*Debemos temer a Dios y no a la gente. Dios es el Juez supremo y nuestra eternidad está en sus manos. La gente no tiene ese poder, así que no debemos temerle.
*Te ves libre para vivir de manera radical cuando ves la muerte como una recompensa.
*La clave es darse cuenta, y creer, que este mundo no es nuestro hogar.
*Si tu vida o mi vida quieren valer algo en esta tierra, debemos comenzar a concentrarnos en el cielo.
*Recordemos que esta es la gran recompensa del evangelio: Dios mismo.
* La obediencia radical a Cristo implica arriesgarse a perder todas las cosas. Sin embargo, al final, tales riesgos encuentran su recompensa en Cristo.
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