Nuestras hijas son "...como olivo verde en la casa de Dios; y en la misericordia de Dios pueden confiar siempre." (Salmos 52:8) Esto viene a mi mente cuando pienso en ti hija, y en las jovencitas que Dios me ha permitido conocer; y deseo explicarte el por qué:
Al verte (y a las chicas), primeramente, me recuerda lo que expresa el verso: son "como olivo verde", pienso en el verdor que evoca el olivo, es la frescura, la paz... y la vida. ¿No es acaso Cristo mismo la vida y la paz en ustedes, residiendo en el corazón , además de reflejarse en su andar? Eso emanan, sutil y fuerte, dulce y suave, profundo y fresco...
En segunda, este olivo verde está "en la casa de Dios", revelando la comunión que se tiene con el Padre, esa amistad e intimidad que se tiene con el Creador y nuestro Señor. Sin titubeo alguno, muestras que tu descanso está en Su vasta e inmensa misericordia. Ustedes, tú y las chicas, recaen en Él, en un Dios lleno de "misericordia" (es el tercer pensamiento que viene a mí, cuando pienso en ti y en las jóvenes), su confianza en un Dios de los siglos por los siglos, no en el mundo, no en méritos propios o recursos humanos; sino que en el que está la suficiencia absoluta, -y me añado junto con ustedes- nuestra porción y nuestra felicidad.
Matthew Henry describe con mejores palabras esta misericordia en la cual descansas, descansan las chicas, como yo también y todo aquel que lee:
"Esa misericordia es eterna; es constante e inmutable, y sus dones continuarán por toda la eternidad. Por tanto, debemos confiar siempre en ella y nunca debemos apartarnos de este fundamento."
¡Hacia adelante! Extiéndete. Prosigue al llamamiento y propósitos de Cristo. (Is. 54:2; Fil.3:13-14). Es mi oración y mi deseo para ti hija (y para las muchas chicas que lo lean).
Bendiciones de lo alto.
@liliahercruz