EN LA PRÁCTICA

 

La oración está ligada a la lectura bíblica o viceversa. No hay otra manera de mantener comunión con el Padre, Él nos hablará  a través de la Palabra escrita, dada por Él, y nosotros responderemos a esas palabras en oración a Él. Así podemos como creyentes mantener esta comunicación abierta y real con nuestro Señor. Hay ocasiones que recitando una porción de las Escrituras ya es una oración, como es el caso de los Salmos u otras citas bíblicas que son oraciones hechas y que podemos utilizar (estoy pensando en Pablo cuando ora por ciertas iglesias o bien, cuando Jesucristo muestra como orar con el Padre nuestro); también podemos entablar una platica con Dios sin intencionalmente recitar alguna parte de la Palabra, pero estamos conversando con él, cada situación es por demás extraordinaria, pues estamos orando, cumpliendo lo que dice 1 Tes. 5:17 "orar sin cesar". 

En la vida diaria y en la práctica de nuestra comunión con el Señor han existido una gran cantidad de formas, además de guías, para llevar a cabo nuestra oración. La Biblia, como ya señalé en el párrafo anterior, tiene una gran cantidad de modelos a seguir y son infalibles; en esta ocasión quiero compartirles algunas otras ideas (completamente pegadas a las Escrituras) que algunos siervos y estudiosos de la Palabra han llevado en su vida diaria de oración y que generosamente han compartido, unos son actuales, otros de siglos anteriores, pero que pueden ser tan vigentes para nuestros días como lo fueron en esos tiempos. Por tanto, se los comparto y  anhelo les anime a llevar a cabo este precioso privilegio que el creyente tiene, conversar con su Padre Celestial a través de la oración y en sus tiempos de devoción a Dios.

NÚMERO 1

George Müller se detacó por llevar una vida de oración, fue  ministro y fundador de orfanatos en Inglaterra en el siglo XIX; en algunos de sus escritos expresa su método para meditar las Escrituras y la oración. Hacía uso de las siguientes preguntas para su meditación y para culminar en oración:

"¿Hay algún ejemplo que debo seguir?

¿Hay algún mandato que debo de obedecer?

¿Hay algún error que debo evitar?

¿Hay algún pecado al que debo renunciar?

¿Hay alguna promesa que debo pedir?

¿Hay algún nuevo pensamiento sobre Dios mismo?"*

 Su oración la describe como acercarse a Dios con la confesión, responder con gratitud, alabanza por la Salvación, intercesión por otros y al final peticiones personales.



*Publicado por la revista Quiet Time (1976)


LA ORACIÓN A DIOS Y EL AUTOEXAMEN

 Nada tan reconfortante como platicar con Dios, poner en sus hombros aquello que nosotros evidentemente no podemos cargar o resolver. Es lo más certero que podemos hacer como creyentes, además de disfrutar de su compañía, su amor y palabra que es en sí, la belleza y lo primordial de la oración.

Sin embargo, hay otra parte bella y dulce de la oración y es el "autoexamen", algunos han escrito al respecto, lo que implica y lo necesario que es para los creyentes hacerlo; ya que hacen una invitación para tener durante nuestra oración tiempos regulares de autoexaminación a la luz de la Palabra ante nuestro Dios.

Martín Lutero aconsejaba meditaciones diarias sobre los Diez Mandamientos, pensar o meditar en que formas, ya sea por obra o por actitud de corazón eran quebrantados; otro autor,Tim Keller, propone que medites en los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-24), estudiar, meditar y orar como es la vida con su presencia o ausencia para examinarnos., esta en particular, y en opinión personal, es muy precisa para nuestros días ajetreados y rápidos.

 Y otra forma (la cual puedes encontrar en el libro La Oración de este último autor) está basada en como George Whitefield, un evangelizador inglés del siglo XVIII, tenía cuatro formas de hacer su autoexamen diario, la cual te comparto tal cual,  no quise omitir la estructura del mismo para que aprecies la manera de realizarse. Lo primero, el escribió: "Dios concédeme una profunda humildad, un celo correctamente orientado, un ardiente amor y una sola visión, y entonces ¡que hagan lo que quieran los hombres o los demonios!".

Lo siguiente "es un ejemplo de cómo podráimos convertir los cuatro aspectos en un examen diario":

Profunda humildad. Examen: ¿Desprecié a alguien? ¿Has sido demasiado lastimado por la crítica? ¿Me sentí desairado e ignorado? Considero la gracia gratuita de Jesús hasta que siento:

(a) que disminuye el desprecio, puesto que también soy un pecador y

(b) que disminuye el dolor ante la crítica, puesto que no debería valorar más la aprobación de los hombres que la de Dios. Desde la prespectiva de Su gracia, puedo renunciar a la necesidad de mantener una buena imagen, es una excesiva y ahora es innecesaria. Reflexiono sobre la gracia hasta que experimento un gozo lleno de gratitud y paz.

Un celo correctamente orientado. Examen: ¿He evitado a algunas personas o tareas que sé que debería enfrentar? ¿Estuve ansioso y preocupado? ¿He sido prudente o fui precipitado e impulsivo? Considero la gracia gratuita de Jesús hasta que:

(a) no evado cobardemente las cosas difíciles puesto que Jesús enfrentó el mal por mí y

(b) no procedo de manera precipitada o ansiosa, puesto que la muerte de Jesús demuestra que Dios se preocupa y vela por mí. Es arrogante que me sienta ansioso y reconozco que no soy lo suficiente sabio para saber cómo debería avanzar mi vida. reflexiono sobre la gracia gratuita hasta que experimento una prudencia serena y un valor estratégico.

Un ardiente amor. Examen: ¿He habaldo o pensado cruelmente de alguien ? ¿Me justifico a mí mismo, caricaturizando a otra persona en mi mente? ¿Fui impaciente e irritable? ¿He sido egoísta, indiferente, y distraído con las personas? Considero la gracia gratuita de Jesús hasta que:

(a) no hay frialdad o crueldad, cuando pienso en el amor sacrificial de Cristo por mí,

(b) no hay impaciencia, cuando pienso en Su paciencia conmigo y

(c) no hay indiferencia, cuando pienso cuán infinitamente considerado es Dios conmigo. Reflexiono sobre la gracia hasta que siento calidez y afecto.

Una "sola" visión. Examen: ¿Estoy haciendo lo que debo hacer para la gloria de Dios y el bien de otros, o estoy siendo impulsado por los temores, la necesidad de la aprobación, el amor a la comodidad y el bienestar, la necesidad del control, el ansia de poder y fama o el temor de otras personas? (Luc.12:4-5). ¿Estoy mirando a alguien con envidia? ¿Estoy cediendo incluso ante las primeras sugerencias de lujuria o glotonería? ¿Estoy empleando mi tiempo en las cosas urgentes y no en las cosas importantes debido a mis deseos desmesurados? Considero como la gracia gratiuta de Jesús me provee lo que estoy buscando en esas otras cosas."

Y como el autor Tim Keller señala atinadamente: " La confesión no debería hacerse solo como una respuesta a un pecado sobre el cual ya estás consciente y te declaraste culpable. Nuestra vida de oración es el lugar donde deberíamos examinar nuestras vidas y encontrar los pecados que de otra forma no reconoceríamos, por ser demasiado insensibles o estar demasiado ocupados."

Mucho que aplicar con estas reflexiones y formas de llevar nuestra oración a Dios, tal vez no uses algún método en específico, pero sí ofreces en oración un corazón sincero y sencillo, con esto será suficiente, pues lo único que requiere Dios es un corazón dispuesto y arrepentido, lo demás lo hace él, porque se trata de él ¿o no lo crees así? 

Bendiciones.


*Porciones tomadas de "Intimidad: al encontrar Su Gracia" en La Oración de Timothy Keller.



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